La Cerdanya Francesa vive su boom inmobiliario


• El coste de las segundas residencias más allá de la frontera es un 25% más bajo que en Puigcerdà.
• Los bancos españoles atienden la demanda y anuncian productos para facilitar la financiación.

El boom inmobiliario vivido en los últimos años en La Cerdanya impulsa la venta de segundas residencias a catalanes en el sur de Francia, donde los precios son más bajos. La subida de la demanda no ha pasado inadvertida para las entidades financieras, que, en algún caso, anuncian préstamos hipotecarios específicos.
Las inmobiliarias catalanas y francesas constatan en los últimos meses una mayor afluencia de compradores catalanes a Francia. También hay constructores españoles que están invirtiendo en la zona. Un apartamento de dos habitaciones en Puigcerdà cuesta unos 360.000 euros, mientras que por 250.000 es posible la adquisición de una vivienda adosada o aislada, pero en territorio francés. Según el último informe notarial francés, el precio medio del metro cuadrado en Pyrénées Orientales es de 1.792 euros.
Se calcula que los precios se han duplicado en la zona catalana en solo tres años y es difícil encontrar nada por menos de 240.000 euros. Ante esta situación, la oferta inmobiliaria francesa se ha convertido en una alternativa clara de inversión, con precios entre un 25% y un 30% más bajos.
Daniel Gomes, responsable de Immobilière du Canigou, de Les Angles, asegura que los precios se han duplicado en su zona en cinco años, pero constata un cierto freno: "La inversión es segura. Si el precio es adecuado, la reventa es rápida". Explica que en torno al 15% de sus ventas son a compradores de Catalunya.
Al margen del idioma, entre los frenos para la adquisición de una vivienda en Francia figuran trámites administrativos farragosos y lentos. El comprador de una vivienda nueva en Francia debe pagar un IVA del 19,5%, aunque se incluye siempre en el precio anunciado de las viviendas nuevas, y gastos notariales superiores a los de España. El proceso de compra puede llegar a durar más de tres meses, pese a que la vivienda esté acabada. El comprador se enfrenta también a la necesidad de abrir una cuenta bancaria en Francia, ya que no es posible la domiciliación de gastos internacional y las transferencias al extranjero son costosas.